Carta a mi yo adolescente: el miedo a volver a amar tras una relación tóxica
Querida adolescente que fuiste,
Hoy te escribo desde un lugar que jamás imaginaste que alcanzarías: la paz. No fue fácil. No fue rápido. Pero aquí estoy, y aquí estás tú, dentro de mí, con tus heridas que un día creíste incurables.
Recuerdo cuando te mirabas al espejo y te preguntabas qué habías hecho mal. Cuando justificabas lo injustificable, cuando confundías control con amor y dependencia con necesidad. Aquella versión de ti que se hacía cada vez más pequeña, más callada, más invisible, por miedo a perder a quien, en realidad, jamás te mereció.
Hoy quiero decirte que no eras tú. No eras tú quien provocaba sus celos, no eras tú quien tenía que pedir perdón por cosas que no hizo, no eras tú quien tenía que cambiar para ser suficiente. Porque siempre fuiste suficiente. Y lo sigues siendo.
Has crecido, has aprendido, pero aún hoy, a veces, sientes el eco de su voz en tu cabeza. Cuando alguien te mira con cariño, el miedo susurra que se convertirá en él. Cuando alguien te cuida, dudas de si es real. Cuando te enamoras, sientes el impulso de huir, porque no sabes si sabrás distinguir el amor del daño.
Pero déjame decirte algo: no eres la misma de antes. Ahora sabes que el amor no duele. Que amar no es desaparecer en el otro, sino compartir sin perderse. Que nadie tiene derecho a definir tu valor, porque ese poder solo te pertenece a ti.
Si hoy te cuesta confiar, está bien. Si te da miedo volver a amar, también está bien. Pero prométeme una cosa: no te cierres a la posibilidad de que esta vez sea diferente. No dejes que el daño que te hicieron te robe la oportunidad de vivir el amor de verdad.
Con cariño,
Tu yo del presente